La Cueva de los Sacrificios

13:03 Red de Bibliotecas Municipales de León 0 Comentarios

Había otra vez un niño muy fino llamado Aladino que estaba recorriendo su reino en un camello, cuando se encontró con una niña, saludable y hermosa, con la piel del color del chocolate. Se llamaba Blanca Nieve.
Blanca Nieve y Aladino iban recorriendo el reino en un camello cuando se encontraron con la Tía Pechuga que estaba siempre amargada. Aladino les invito a comer. Tía pechuga no dejó a Blanca Nieve ir, porque decía que tenía que quedarse en casa porque allí estaría vigilada entre candados y rejas. Blanca Nieve le dijo que dijera la verdad. Entonces Tía Pechuga dijo que quería que la cuidase cuando se hiciera vieja. Al final, comieron con Aladino.
Entonces Blanca Nieve dijo:
- Quiero concursar en Miss Primor.
Aladino contestó:
- La gente se reirá y te tirarán tomates.
Tía Pechuga también dijo:
- Te tendrás que tirar de una torre y te darás en la cabeza. ¡Qué remedio te queda!
- Pues trabajaré.- dijo Blanca Nieve.
- ¿Qué harás?- preguntó Aladino.
- Pues… cocinaré, lavaré la ropa, barreré, fregaré toda la loza, plancharé y coseré. También repondré bombillas, pintaré, arreglaré tuberías y sacare la basura.
Al oír eso, Tía Pechuga, se volvió loca, y se fue a vivir al bosque. Allí, se encontró con “la cueva de los sacrificios”. La cueva, era una cueva donde contabas lo que hacías mal y, con un poco de esfuerzo, conseguías mejorar lo que haces mal.
Tía Pechuga contó su historia y al cabo de un tiempo, Tía Pechuga se volvió buena, amable, cariñosa… y aunque estaba callada parecía muy hermosa. Es más bello el que hace cosas bellas de corazón.


Texto: Ana De Luis Del Dedo
Ilustración: Iván Martínez Martínez

Biblioteca Municipal Cronista Luis Pastrana

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