Gregorio Fernández Castañón

11:02 Red de Bibliotecas Municipales de León 0 Comentarios

Escritor y editor nacido en 1956 en Otero de Curueño es Fundador y director de la Revista "CamparredOnda" y de las Colecciones "Los libros de CamparredOnda" y "Los cuadernos de plata“. Autor prolijo cultiva la narrativa la poesía y el artículo periodístico. Es un artesano amante de los libros y de su tierra.

Presidente/fundador de la Asociación Cultural “La Armonía de las Letras” y responsable del premio, con entrega anual, denominado “Premio de Reconocimiento Cultural La Armonía de las Letras”.

Sus obras publicadas hasta el momento son:
“Ríos de pasión y fuego” (2009)
“Bajo el poder de las piedras” (2006)
“Sangre de roble” (2004)
“Bajo la piel de un árbol” (2003)
“CrUENTOS y conSentidos” (2001)
“El león de mi tejado” (1999)
“Cuando el corazón grita: HISTORIAS inCREÍBLEMENTE inCIERTAS” (1998)
“Juego de perros” (1996)
“Remolinos de furia” (1993)
Para conocer más en profundidad la obra de este escritor os invitamos a visitar su web:
http://www.gregoriofernandezcastanon.com/home.html

1. Tus libros son tesoros para la vista y el resto de los sentidos. ¿En qué te inspiras para crearlos?
En la naturaleza, en la propia vida, en el amor… Lo he dicho en otras ocasiones, pero no está demás repetirlo de nuevo: con el día a día, sobran demasiados gestos destructivos “de pensamiento, de palabra, de obra y de omisión”. ¿Recuerdas? Y eso no es nada bueno, ni siquiera para el destructor que se considera cabal atrapado en la red de su propio error o por su inconsciencia. Para mí, la vida no tiene sentido si, en la medida de lo posible, no se la sigue alimentando con pequeñas dosis de creatividad. Digamos que, en mi caso en particular, uso la literatura como herramienta, pero todos, en su pequeño círculo podemos y debemos ser creativos. Todos. No hace falta ser un dios para construir una vida más racionalmente habitable, más humana: basta con dejarse acompañar por el respeto y… ¡a triunfar!

2. ¿Cuál es tu último libro publicado?

Mi último libro se titula “Ríos de pasión y fuego”. Con él cierro mi particular trilogía leonesa, pero también una etapa de mi vida y de mi obra. Creo que, después de 12 años pateando León y su provincia para encontrar ese “algo distinto”, necesito un cambio.

3. ¿De qué trata?

El libro, como sus dos predecesores, “El León de mi tejado” y “Sangre de roble”, vuelve a llenarse con sabores y olores leoneses. Esa historia, tal vez desconocida; ese paisaje que, por fin, mis ojos descubrieron para la literatura; aquella anécdota que me contaron, pero que jamás nadie antes había narrado… En fin, creo que el título del libro lo dice todo: trato de vender una parte de la esencia leonesa de forma cristalina o, si se prefiere, pura y, a la vez, apasionada. En este caso, relacionada con La Cabrera; Peñalba de Santiago; la Herrería de Compludo; “San Jorge, en San Esteban de Nogales”; la “Nodicia de Kesos” o, entre otras, con “A coger el trébole”.

4. Actualmente ¿en que estás trabajando?

Estoy trabajando en varios frentes a la vez. Por una parte estoy finalizando diversas colaboraciones para otros medios y, por otra, en “lo mío”: en mi “CamparredOnda” y en mi futura obra.

5. Tú fundaste el proyecto cultural “CamparredOnda”. ¿Qué te llevó a ponerlo en marcha?

Si te digo la verdad, mi primer pensamiento fue acercar la cultura en toda su extensión al medio rural. La ciudad o determinados pueblos, “ricos” o gestionados por “simpatizantes con poder”, lo tienen todo. De los pueblos pequeñitos, desgraciadamente, nadie se acuerda, salvo para llevar, pongamos por caso, una línea de alta tensión por encima de su piel tranquila, pero también… arrugada por el olvido y por el abandono de siglos. Y eso no es justo; por lo que decidí ofrecer una parte de mi tiempo, de mi trabajo y hasta de mi dinero en este proyecto que, para que fuera totalmente “auténtico”, debería hacerse de manera altruista. Así surgió “CamparredOnda”, con una ilusión desbordante que todavía hoy perdura después de que hayan transcurrido más de 11 años. La implicación de varios amigos (escritores, poetas, escultores, pintores y músicos) fue básica porque, por el mismo precio que yo cobraba (nada), pusieron su obra al alcance de cientos de ojos y oídos agradecidos. Quiero decir que, con su ayuda, logré organizar conferencias, talleres creativos, exposiciones de todo tipo, presentaciones de libros, conciertos...

6. Háblanos de la revista “CamparredOnda”.

La revista “CamparredOnda” fue el germen de todo el proyecto cultural. La semilla que necesitaba para que todo lo demás llegara en estado puro hasta el “granero otoñal”. Con ella logré implicar a determinadas empresas (nuestros fieles anunciantes) que, con su estimada ayuda económica, entonces sí, hicieron el milagro de su publicación. Pues bien, con el soporte idóneo para la divulgación, comencé a acercar la cultura silenciosa (la escrita) a las puertas de un mundo lleno de ruidos, donde la televisión es la reina. Dudaba, pero me salió bien: los lectores nos apoyaron desde el principio y todavía nos siguen apoyando. En compensación, me propuse mejorar, si cabe, la oferta inicial aumentando el número de colaboraciones. Hoy, la revista, llamada cariñosamente por más de un lector “mi libro del verano”, sale a la calle con un mínimo de 100 páginas. Y se deja acompañar por otros complementos (algunos totalmente gratuitos) que cierran por el momento la oferta cultural. Me refiero, en concreto, a la colección “Los Cuadernos de Plata” o a los discos, agrupados éstos bajo la firma “RedOnda”.

No puedo olvidar tampoco que, gracias a esta querida publicación, el proyecto dio un paso de gigante con la aparición de “Los libros de CAMPARREDONDA”, mis pequeñas, ¡grandes!, joyitas de oro –al menos para mis ojos y en mi corazón–. Esos libros que, afortunadamente, ya están llegando a otras fronteras gracias a la calidad de su contenido y a la bondad de sus autores: escritores, poetas, ilustradores, fotógrafos y un largo etcétera que trabajan conmigo de forma altruista; no me cansaré de repetirlo.

7. Como presidente de la Asociación Cultural “La Armonía de los Letras”, ¿qué supone el premio que dicha asociación concede cada año?

Para nuestra Asociación supone un orgullo; para mí, además, un reto. Y me explico: fundé este premio, Premio de Reconocimiento Cultural, porque sentía la necesidad de gritar a los cuatro vientos el nombre de aquel o de aquellos que trabajan a favor de la cultura, a cambio de recibir, en la mayoría de los casos, diversos varapalos. Ahora bien, no sé qué hacer, ni dónde buscar para que esas personas afloren. Sé que existen, pero necesitamos que alguien nos lo diga. Necesitamos que nos hagan llegar sus nombres y sus muchas y buenas acciones a favor de la cultura para que sean valorados, como se merecen, por nuestro jurado, quien, entre todas ellas, destacará la mejor del año. Después, no se qué hacer para que mi grito al viento llegue también a los medios de comunicación. A las emisoras de radio y a las cadenas de televisión locales, hasta el momento, este tema no les ha interesado en absoluto, y los periódicos, salvo honrosas excepciones, se limitaron a “cumplir” con una simple nota de prensa. Este premio tampoco llama la atención de los responsables de Cultura. Y eso, la verdad, es un poco descorazonador. ¿Por qué no se entrevista al premiado? ¿Por qué no se divulga su buen hacer? ¿Por qué, desde las instituciones (y no pido dinero), no se hace algo especial con el premiado? ¿Por qué las autoridades socio-culturales no asisten a la entrega del premio? Y no, no voy a enviar invitaciones especiales a nadie –lo hice en su momento, sin resultados positivos–. Mi proyecto es universal, como lo es la cultura. Y si el pueblo llano se entera de nuestras citas culturales gracias a los “cuatro” carteles que económicamente podemos instalar por la ciudad, ¿por qué los supuestos “poderosos” ahuecan el ala? Pues eso. Cada cual, por supuesto, es libre de acudir o no a nuestras citas; pero duele, no lo voy a negar, tanta indiferencia cazurra por parte de la “autoridad” (entre comillas). Y cuando digo “autoridad” –entiéndase– me refiero a la de todos los ámbitos: civiles, militares, empresariales, educativos, eclesiásticos… Aquí no se libra nadie, porque la cultura debería estar por encima de todo, máxime si se ofrece de forma altruista. ¿O no es así?

8. ¿Crees que los medios audiovisuales ponen en peligro la lectura en soportes tradicionales?

No deberían implicar peligro alguno. En realidad, usados con moderación, al menos para mí, son un buen complemento. Eso sí, para que no ocurra “una desgracia” se les debería inculcar primero a los padres y después a los maestros que no todo vale. Una mayor supervisión en los primeros años de la vida de un niño, control en los propios medios audiovisuales y control en las lecturas que se escoge para el pequeño, son muy importantes. Por ejemplo, ¿quién no recuerda el suplicio que suponía leer “El Quijote” en una edad inadecuada?

9. ¿Qué opinión te merece el libro electrónico?

Para mí el libro electrónico es el vaso de plástico donde alguien te ofrece, por ejemplo, un buen vino del Bierzo. Es posible que las intenciones sean buenas, pero no es lo mismo. Quiero decir, que yo necesito acariciar y oler el papel, ver las ilustraciones en su salsa (impresas en tinta) o sentir el “peso” del libro para disfrutar de la lectura con todos los sentidos. Prefiero subrayar una frase o un párrafo completo con un lapicero y no con el ratón o una tecla de un ordenador “plus” o “mega-X” porque, después de haber hallado esa frase excelsa, tu “calor” o tus “pulsaciones” se trasmiten de forma distinta: mejor en el papel, sin duda. Y, por supuesto, tu complicidad con el autor o los autores del texto nunca se cierra del todo en un libro; éste te espera siempre, jamás te abandona. Ahora bien, nos guste o no, entiendo que el libro electrónico se impondrá con el tiempo, y con él, como es obvio, surgirá otro género de personajillos “raros” –entre los que me hallaréis– ávidos de encontrar ese tesoro, viejo –si se prefiere–, con el que poder sazonar tus silencios y tus soledades acariciando los sueños que duermen entre las hojas de papel. Sueños con aires de libertad, sin el corsé de una pantalla, de una a tropecientas-mil-pulgadas, que, además, no admite que escondas dentro de ella tus emociones: esa lágrima, ese poema, esa carta de amor, el pétalo de una rosa o un trébol de cuatro hojas.

10. ¿Nos puedes recomendar un libro?

Sí, claro que sí. Puedo y debo recomendar el libro “Calle Feria”, de Tomás Sánchez Santiago. Un autor muy cercano a nosotros, excelso e injustamente desconocido por la gran masa lectora de este país y del mundo de la crítica y de la edición en general. Su libro “Calle Feria” ganó merecidamente el XI Premio de Novela Ciudad de Salamanca, siendo un ejemplo claro de lo que se entiende por dignidad literaria en toda su extensión. Por supuesto que lo recomiendo. Y estoy seguro de que nadie, con él, quedará defraudado.

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